Bogotá.- Ryanair es una de las aerolíneas más conocidas en Europa no solo por su modelo low cost, sino también por su servicio diferente a los demás y que en algunos casos no suele gustar mucho a ciertos clientes. Pero como dice el dicho “para gustos y colores no han escrito los autores”, lo cierto es que más allá de esto, RyanAir es distinta a las demás y ha fortalecido considerablemente la conectividad en el viejo continente con precios asequibles.
Por eso, en Online Plus no pudimos dejar pasar la oportunidad de probar la experiencia en esta compañía y abordamos el vuelo FR3828 entre Bolonia, Italia, y Las Palmas de Gran Canaria en España.
En primer lugar, no podemos dejar de lado el proceso de compra de los tiquetes en donde inundan al consumidor con servicios extras y servicios adicionales en todo momento de la pasarela.
Si bien, esto no es del todo agradable, es una estrategia totalmente comprensible en una aerolínea low cost que ofrece tarifas muy inferiores a las de sus competidores. Esta es una manera en la que la compañía ajusta su caja vendiendo servicios extra que hacen más cómodo el viaje al cliente.
Y esto no para acá, durante las semanas posteriores a la compra llegan al correo electrónico una gran cantidad de anuncios de servicios extra no solo para el vuelo sino para los desplazamientos terrestres en el destino.
Centrándonos ahora en el viaje, la aerolínea utiliza una flota de Boeing 737-800 que, en el caso de este vuelo en particular, es operada por la subsidiaria Malta Air. Estas aeronaves, que son las principales competidoras de la familia A320 de Airbus, son utilizadas en Latinoamérica por compañías como Copa Airlines o Wingo, por lo que no somos ajenos a su configuración de cabina.
Lo que, si nos resultó muy llamativo, fue el diseño de cabina en donde hay algunos anuncios en los espaldares de las sillas, que, por cierto, son muy sencillas y básicas (muy similares a las de la flota de Volaris). Entre los anuncios encontramos QR con el menú a bordo, el cual se vende durante el vuelo, y servicios adicionales.
A propósito, durante el vuelo (más de 4 horas) no se ofrece ningún tipo de comida o bocadillo, algo que nos esperábamos, aunque no deja de sorprender que ni siquiera se de un vaso de agua.
Más allá de esto, el vuelo fue tranquilo hasta el momento en el que llegó el descenso y aproximación al aeropuerto de destino. En lo personal, ya había sido alertado del repentino cambio de altura que suelen hacer los pilotos de esta compañía y, en efecto, lo experimenté en carne propia, o mejor dicho, en oído propio, pues esto me provocó un fuerte dolor. Además, el aterrizaje fue brusco.
En términos generales, la aerolínea brinda lo que se espera y nada más. No hay duda de que su mayor característica son sus tiquetes a bajos precios que sacrifican la experiencia a bordo, normal en el formato low cost. Si resulta curioso los horarios de vuelo, en este caso despegamos de Bolonia a las 5:50 am lo que obliga estar como mínimo en el aeropuerto a las 4:50, hora en la que no funcionan ni los trenes ni buses a la terminal por lo que el taxi es la única opción, esto hay que sumarlo al costo del vuelo sin duda.
Particularmente, los aeropuertos de Europa se llenan de vuelos de Ryanair en las madrugadas, la hora de más alto pico de operaciones de la aerolínea.
Nicolás Zorro para Online Plus